La tensión ocular (también llamada presión intraocular o PIO) es el factor de riesgo más importante a tener en cuenta en el diagnóstico y seguimiento del glaucoma, que es la segunda causa de ceguera en el mundo. Por esa razón la medida de la tensión ocular es una de las pruebas oculares más habituales.
La tensión ocular es la presión ejercida por los líquidos contenidos en el interior del globo ocular (humor vítreo y humor acuoso) sobre las estructuras del mismo. Para medir la tensión o presión intraocular se utiliza una técnica llamada tonometría.
La presión intraocular no es constante , ya que puede variar a lo largo del día. Por otra parte, la medición de la presión no es exacta y la diferencia de medidas puede llegar a ser de 2 mmHg. De ahí que sea necesario o al menos importante tener varias medidas de presión intraocular tomadas en diferentes días y horas para hacernos una mejor idea del valor medio. A pesar de esta variabilidad en la que la edad influye mucho, se considera un valor normal cuando está en torno a 15 mmHg, considerándose dentro lo normal una horquilla de 5 mmHg por encima o por debajo. Es decir, entre 10 y 20 mmHg se consideran tensiones normales. Una presión intraocular alta se considera a partir de 21 mmHg.
Es muy importante tener presente que el valor numérico de la tonometría es un dato más, que por sí sólo no es concluyente ya que influyen otros factores como el espesor corneal que pueden distorsionar las referencias habituales. Por tanto esta prueba, no constituye diagnóstico ni descarta el tener una alteración sin una valoración global. Hay un porcentaje de personas con tensión ocular baja y glaucoma.